Por fin llegó el día… El viernes 17 de mayo, después del trabajo y con muchos nervios por no olvidarnos nada, cargamos el coche de Jorge con los bártulos y las bicis y pusimos rumbo a Cabezón de la Sal (Cantabria) para participar en una de las pruebas titánicas de BTT: Los 10.000 del Soplao.
Llegamos a las 8 de la tarde y, nada más llegar, fuimos directamente a las carpas donde formalizamos la inscripción y recogimos los dorsales. Había mucho ambiente y stands para ver (y eso que hacía un frío que pelaba y lloviznaba), pero como era muy tarde y el resto del grupo, que había llegado hacía bastante tiempo, nos estaba esperando para cenar, fuimos directamente a la casa que teníamos alquilada en Mazcuerras.
Antes de la cena, dejamos las bicis preparadas con los dorsales, cámaras, botellines, etc, porque con los nervios previos a la carrera es fácil olvidarse de algo.
Después de una noche larga, donde no pegamos ojo por el curru curru que llevábamos, llegó la hora de levantarse.
Desayunar, parapetarnos con barritas, geles, sales isotónicas y como rayos hacia la calle de salida, ya que si tardas mucho, el pitote que se puede uno encontrar es increíble.
Sobre las 07:15 nos colocamos en la parrilla de salida, donde los nervios nos hicieron decir más tonterías de lo normal. Casi sin darnos cuenta oímos los cohetes que daban la salida, y al ritmo del sonido de las zapatillas encalándose, nos pusimos en marcha.
Nos costó unos 5 minutos cruzar el arco de salida, lo cual no es mucho teniendo en cuenta que salíamos casi unos 4.000 ciclistas a la vez y a los últimos les pudo costar más de 15 minutos hacerlo.
La salida discurrió entre pequeños tapones formados por el tumulto de participantes y los «listos» que intentaban ganar alguna posición culebreando entre la masa de aluminio y carbono que inundaba las calles de la localidad cántabra.
Al pelotón le costaró bastante estirarse, por lo que las primeras cuestas fue imposible hacerlas montados en las bicis, así que tocó tirar de patita.
Tras un rodar más apretado de lo que estamos acostumbrados, la subida de San Vicente del Monte, con sus posteriores tramos rompe piernas, comenzó a poner a cada uno en su sitio, dando algo de espacio y comodidad para rodar.
Las cuestas de cemento, con un alto porcentaje de desnivel (calculo un 30%) crearon unos tapones impresionantes, que sumando los listillos que iban intentando meterse delante de ti por donde no había espacio, hizo que tanto el de delante como yo echásemos pie al suelo, en una zona donde se me hacía difícil volver a subirme a la bici, pero del tumulto de espectadores rápidamente salió un aficionado que me agarró el sillín y al grito de “encálate, que yo te sujeto”, así que recuperé el ritmo rápidamente. Fue un gran momento, ya que sientes el calor de la gente que anima sin escatimar energías.
Este primer tramo alternaba asfalto, cemento y grandes cantidades de barro, por lo que tras una bajada, nos limpiaron las bicis con mangueras a presión.
Después de un deambular más o menos aparatoso, llegamos al Alto del Soplao, donde había un avituallamiento lleno de gente, por lo que decidimos no parar y quitarnos masa del medio, para poder hacer la prominente bajada que nos esperaba con menor tumulto, pero…no fue así, ya que había gente para atorar todos los caminos y avituallamientos.
La bajada era bastante peligrosa, tanto por la verticalidad de la misma, como por la cantidad ingente de barro que había, a lo cual, si le sumas gente a paladas, tienes el coctel perfecto para una desgracia.
Alguno besó el suelo en la zona de barro, pero lo que más impresionó fue un chico que se había caído en la segunda parte, en una bajada de cemento muy peligrosa, y había perdido el conocimiento. Daba la impresión de que se había roto la clavícula, pero como ya estaba siendo atendido por otros participantes, decidimos no crear tapón y bajamos rápidamente al pueblo que había más abajo para dar el aviso.
Allí nos limpiaron las bicis con hidrolimpiadoras Karcher, por lo que la bici recuperaba algo de soltura y pudimos continuar la marcha sin problemas.
Enseguida se formó otro tapón al llegar a un rio bastante caudaloso y, como nadie quería meter el pie en el agua (no, no había puente), nos costó un buen rato pasarlo. Allí vimos todo tipo de situaciones, gente que pasó por el medio del rio, bicis que se cayeron al agua y se las llevaba la corriente (ahí se ve que era de carbono…jaja), gente que perdía los nervios porque muchos se colaban y no respetaban a quien intentaba cruzar por las resbaladizas rocas…
Con mayor o menor dignidad conseguimos salvar ese obstáculo y seguir nuestro deambular hacia Monte A.
La subida no es que fuese especialmente difícil, pero debido al calor que empezaba a hacer se me hizo un poco tediosa, así que decidí parar unos minutos para quitarme algo de ropa y respirar un poco. Ahí es donde perdí a Jorge, mi compañero de andanzas, quién pensaba que yo iba por delante, así que apretó para intentar cogerme, pero yo iba por detrás, intentándole coger a él, cosa que me fue imposible.
El tramo de llaneo que hubo hasta Ruentes estuvo lleno de incertidumbre, ya que me entraron dudas sobre si no había visto a mi compañero y tal vez se quedó atrás esperando o si había seguido, así que todo se convirtió en un ciclar irregular, donde iba más o menos rápido dependiendo de la idea que prevalecía en cada momento.
Cuando ocurren estas cosas solemos quedar en el próximo avituallamiento, pero no sabía cuál podría ser el adecuado, ya que había puestos de asistencia técnica y no veía la bici de Jorge. Así crucé el puente de Ruentes, donde había gran cantidad de espectadores y animación, hasta llegar finalmente a un avituallamiento muy grande y multitudinario, donde consideré que de estar…ese sería el lugar.
Allí vi llegar a Vicente, otro de nuestros compañeros de mil andanzas, que sabía que venía por detrás, y me confirmó que no le había visto. Finalmente lo veo aparecer entre la multitud y, resulta que me estaba esperando un poco más arriba, atiborrándose de bocatas de jamón serrano y sándwiches de queso y jamón york.
Miramos la hora y…sorpresa! habíamos tardado casi 5 horas en hacer esos 60 míseros kilómetros, así que subimos un poco el ritmo, ya que nos temíamos lo peor, llegar de noche y así que nos lanzamos a por la temible subida de 17 km de El Moral.
Respecto al Moral, decir que es una guerra más psicológica que física. Se trata de una subida de 17 km muy tendida, pero sin ningún tramo llano o ligera bajada. Lo peor es que vas viendo todo el trayecto en zig-zag de lo que te queda de subida, por lo que hace que puedas llegar a desesperarte. Hubo un par de veces que decidí realizar algún tramo andando, porque me veía agotado de tanto peregrinar.
En esta subida volví a encontrarme con Vicente y aprovechamos para ir de charleta, por lo que se nos hizo más ameno el tema.
Finalmente conseguimos coronar el puñetero Moral…con la “moral” un tanto comida. Arriba me junté nuevamente con Jorge, que me iba esperando en todas las cimas, pese a decirle que no me esperara, ya que le estaba lastrando. Hay días que andas y otros que no hay manera, pues este fue uno de esos en los que cada pedalada te cuesta diez veces más de lo normal. El largo y divertido tramo de descenso posterior nos levantó el ánimo y volvimos a recuperar el ritmo de la marcha.
Con poco tiempo de maniobra comenzamos a subir el siguiente pico: Cruz de fuentes. Una subida larga y dura, pero mucho más llevadera que la anterior, ya que al menos tenía pequeños llanos o incluso bajaditas que rompían la monotonía del largo penar. Algo que ayudó mucho también fue que no ibas viendo continuamente lo que tenías por delante, así que para cuando nos quisimos dar cuenta, ya estábamos arriba.
Después de este escalar de casi 20 km, pudimos disfrutar de una corta bajada para volver a subir, esta vez a Ozcaba.
Para estas alturas ya había perdido totalmente el ritmo de pedalada respecto a mi compañero Jorge, por lo que cada uno siguió a su ritmo. Hay que entender que cuando uno va muy bien y el otro no consigue tirar, lo mejor es cortar la cuerda y que cada uno lleve su ritmo. De otra manera la situación es perjudicial para ambos, reventando al que va más lento y rompiendo el ritmo al que va mejor. Es una pena no poder terminar juntos, pero el ciclismo es así y finalmente se convierte en una lucha contra uno mismo.
Después de bajar Ozcaba, llegamos a Correpoco donde nos tocó pasar camino de Renedo por la que considero la peor parte del recorrido. Se trata de una calzada romana, imposible de ciclar ya que era una mezcla de barro muy líquido con piedras afiladas y resbaladizas, donde se nos hacía difícil hasta caminar. Fue un tramo de poco más de un km donde perdimos media hora larga, en un triste deambular de gente acarreando las bicis por una zona que no aportaba gran cosa, salvo un descenso que nos llevó directamente hasta la sorpresa de la edición de este año: El Negreo.
Con 136 km encima y anocheciendo, enfrentarse a una subida con rampas de cemento del 25%, por unos cortes totalmente pelados, sin árboles que te mostraban en todo su esplendor la terrible tortura que quedaba hasta coronar sus 855 metros de altura, fue desolador. El ascenso comenzó desde unos 300 metros de altitud aproximadamente y teníamos por delante 7 km de auténtica penuria. Las herraduras, donde se ganaba bastante altitud las realicé andando, para no gastar las pocas fuerzas que me quedaban e intentar terminar montado las interminables rectas que zigzagueaban por la ladera. Era frustrante ver que montado hacías una media de 5 km/h y andando unos 4 km/h, pero como se estaba haciendo de noche y empezaba a lloviznar, todo lo que fuese ganar algo, lo intentaba aprovechar.
Viendo que la oscuridad empezaba a rodearnos, no hacía más que maldecir mi mala cabeza por haberme dejado el frontal de luz en la maleta con la ropa. Alguien dijo que después de esa larga bajada, sólo quedaba carretera hasta la meta, por lo que bajé más o menos animado, intentando vislumbrar el camino, siguiendo el trazado más blanco para evitar el salirme del mismo. Llevé puestas las gafas de cristal amarillo todo el tiempo que me fue posible para tener las pupilas lo más abiertas posibles y así acostumbrarme más fácilmente a la oscuridad, por lo que conseguí bajar bastante rápido. Eso sí, conlas suspensiones abiertas para absorber todos los baches que no veía.
Una vez abajo, casi se me cae el alma a los pies cuando oigo a alguien de la organización decir: “Venga chavales, que ya solo os queda la última subida!!”.
La subida y posterior bajada de Collada Carmona no la había tenido en cuenta, pero bueno, me uní a un grupo de 4 bikers que llevaban buena luz y pudimos escalar bien. Delante iba uno con una potente luz, en medio iba yo, y detrás otros tres, por lo que no echaba en falta la luz, pero de repente todo se quedó a oscuras. Miré para atrás y los tres que venían iluminando por detrás se habían caído en una de las muchas trampas de barro, y las luces alumbraban al cielo. El que iba delante se dio la vuelta, ya que eran amigos e iban juntos. Tras cerciorarme de que no había pasado nada y estaban bien, el cerrado sirimiri que caía, frío como hielo, no me dio mucho tiempo de reacción y pensé: “jolin Raúl, en menudo lío te has metido…pero sólo te queda una salida, tirar para adelante”. Fue una de las bajadas más rápidas que he realizado en mi vida y el objetivo se convirtió en ir cazando a los bikers con luz que veía a lo lejos, adivinando el trazado en función de lo que hacían ellos. Cuando daban una curva…total oscuridad, después nuevamente luz al fondo.
Con mayor o menor fortuna llegué abajo, arrastrando un terrible chirrido producido por los frenos del calentón que les había dado (luego me dijeron que tenía las pastillas cristalizadas del exceso de calor). Empezamos a cruzar ciertos puentes y pasos que me resultaban conocidos de haber pasado por allí en dirección contraria, y cuando ya alcanzamos la carretera, se me abrió el cielo. Me había currado unos 10 kilómetros de descenso en la más absoluta oscuridad, adivinando el camino y apoyado en alguna ocasión por los coches de protección civil que aguardaban en algunas curvas.
La lluvia era cerrada y el frío intenso. La temperatura había caído hasta los 6ºC y el cuerpo ya no conseguía generar calor, por lo que me metí en un pelotón que circulaba a buen ritmo. El problema era que estaba tiritando y pese a que tenía en la mochila otra chaqueta de refuerzo y unos guantes de neopreno, no era momento para pararse. Valorando rápidamente las opciones que tenía, decidí apretar la pedalada para intentar entrar en calor. Llevaba plato mediano y piñón pequeño, por lo que intenté pasar al plato grande, pero tenía las manos tan entumecidas que me resultó imposible accionar el rapidfire para cambiar (ahí me acordé de la utilidad de los actuales cambios electrónicos), así que tal y como estaba conseguí entrar en Cabezón de la Sal a unos 45 km/h, botando en el sillín.
La entrada a fue un poco complicada, ya que se juntaron unos coches que obstaculizaban el paso y tuvimos que serpentear entre ellos, y como os podréis imaginar, no es que estuviésemos muy sobrados de energías y destreza. Aún así conseguimos entrar en meta, marcando un tiempo de 14 horas y 50 minutos, donde en mi vida me había alegrado tanto de oír mi nombre: “Raúl!! Raúl!! Aquí!!”. Era la voz de Vicente, que había tenido una caída seria en el km 135, rompiendo la maneta de cambio y teniendo que retirarse, e incapaz de quedarse en la casa sabiendo que estábamos sufriendo por ahí, junto a Ander (llevaba un coche que sirvió de apoyo durante la carrera), vinieron a buscarnos con la furgoneta para llevarnos a la casa. Eso es un gran compañero y desde aquí le reitero lo que le he dicho muchas veces, gracias por lo bien que me atendió al llegar en tan malas condiciones.
Ander me hizo la foto finisher para tener un recuerdo de ese gran día y de una prueba que realmente me va a marcar un antes y un después en mi vida, tanto deportiva como personal. No iba con la intención de hacer tiempo, mi objetivo era terminar, superarme a mi mismo, marcándome un reto como ese, y lo conseguí…aunque casi me quedo por el camino…
Una vez en la casa de alquiler, duchados, calentitos y con todos los componentes del equipo ya a salvo, cenamos y contamos las anécdotas de lo que denominan “El infierno Cántabro”.
Aquí tenéis el vídeo de la marcha.
Mi opinión
La conclusión final es que es una carrera que merece la pena hacer, al menos una vez en la vida. Te puede gustar más o menos, puedes estar en desacuerdo con ciertos tramos o lo que sea, pero…en su conjunto es lo que la hace grande.
Como frase que resume muy bien todo, me quedo con la que dijo una chica que animaba en el alto de Cruz de Fuentes: “No pongas esa cara tan seria, que al fin y al cabo…al Soplao te has apuntado tu solito”.
Habrá un Soplao 2014 para mí?…la verdad es que no lo sé, ya que el Infierno Cántabro 2013 me ha comido, masticado y casi digerido. Finalmente he conseguido salir finisher de la prueba, pero no es de personas inteligentes tentar a la suerte dos veces.
Para finalizar mí relato, quiero dar las gracias a los compañeros del CDC Virgen de Aiala-Dulantzi: Manolo, Luis, Leku, Álvaro y Ander, por el buen ambiente y la agradable convivencia en la casa. A Javi (Jziri) por la alegría y el buen rollo que lleva siempre consigo. Vicente…ay Vicen, no solo las agradables charlas y la motivación que inculca siempre, sino esa voz que me recogió de la multitud y me llevó al calor de un sitio amigo en la llegada. Jorge, bueno que más puedo decir de mi gran compañero de mil batallas que no haya dicho ya en todos los artículos que escribo. Como pago le he convertido en uno de los “culos” más sexys de los videos de ciclismo de internet, ya que es a quien grabo siempre que salimos.
No me quiero olvidar de los cientos de espectadores y aficionados que animaron de lo lindo, haciéndonos dar lo mejor de nosotros mismos. Sentimos el calor de la gente en cada curva y en cada repecho del trayecto.
Una mención especial a los organizadores de esta increíble prueba BTT para que sigan con las fuerzas y la ilusión necesarias para seguir organizándola año tras año.
Todavía nos quedan grandes “dragones” a los que enfrentarnos, pero mientras siga reinando el buen ambiente y la cordura, saldremos ganadores, independientemente de que terminemos la carrera o no.
Si queréis descargar el track, podéis hacerlo en Wikiloc. Es un link de mi amigo Javi (Jziri), ya que yo me quedé sin batería en el km 101.
¿Has realizado alguna vez el Soplao? ¿Qué opinión te merece? ¿Volvería a realizarla?
galen_1
Sólo decirte una cosa…ENHORABUENA!!!! Menuda salvajada de prueba y la terminaste, con eso ya está todo dicho!!!
pedalesyzapatillas
Gracias por la felicitación y los ánimos. La verdad es que si es un tanto "salvaje" la prueba, y más con este invierno interminable que estamos teniendo, que no nos ha dejado salir a rodar todo lo que hubiesemos necesitado. Como se suele decir, no es una carrera contra el crono, sino contra uno mismo, y el factor psicológico te puede vencer. Por suerte, conseguimos salir del reino de Hades justo antes de que nos tragase…jeje
Ibilbideak
A descansar! que menuda paliza. Curioso eso del cicloacuático en el río… Imagino las penurias del final sin luz…
pedalesyzapatillas
Aupa Mikel! la paliza si que fue curiosa, pero menos de lo que me esperaba. Solo he estado cansado, pero sin mas dolores, lo que me da rabia, porque eso significa que podía haberme esforzado más.
Lo de hacer ese último tramo sin luz si que fué una penuria…y peligroso, pero bueno, menos mal que uno es de Durango, que si llego a ser de otro lado, igual no salgo entero…jajaja
David
Mi más sincera enhorabuena!!!!
Solo acabar esta prueba demuestra el tipo de deportista que eres. A descansar y muchas gracias por compartir con nosotros tu experiencia.
Un saludo
pedalesyzapatillas
Gracias David, más que deportista…cabezón…jaja. Ya sabes, si lo puedo hacer yo, lo puede hacer cualquiera, así que dentro de nada nos estarás contando tus propias experiencias en el Soplao.
He estado tentado de ir el próximo domingo a Campezo, pero…pensandolo friamente, mejor descanso esta semana, que sino lo voy a pagar.
Mucha suerte en la marcha y ya nos contarás como te ha ido, que además va a hacer buen tiempo!!
Juan Gabriel (Nenuquin77)
CHAPEU!!! impresionante crónica (casi que he podido sentir el frío y el cansancio en mis huesos) y desde luego ¡OLE AHÍ TU WEBOS!. Viendo el vídeo me hago una idea del peligro que tiene ese barro donde no agarran las cubiertas y sobre todo, el peligro añadido de llevar en una ruta a tantísima gente (ya me pasó en la Talajara, que en los cualquier tramo, por simplon que parezca, tienes que ir con 1000 ojos)
pedalesyzapatillas
Ayyy Nenuu! que te voy a contar a tí, que eres un superviviente de mil batallas contra los elementos y el gentio. Los drásticos cambios de temperatura fueron un punto muy a tener en cuenta, ya que te cocias en las subidas y luego granizaba o chispeaba en las cimas (agua fria como hielo, con fuerte viento).
La gente es algo "muuu malo"…jaja, por eso intentaré que no me lien para embarcadas que superen los 500 participantes, porque como bien dices, el tramo más simplón se puede convertir en una trampa mortal.
Estoy a la espera de tu próxima "locura"!
Guille
Enhorabuena! Gracias por compartir tu locura!
pedalesyzapatillas
No estoy loco! mi madre me mando hacer pruebas, y estoy más o menos como cualquier aficionado al BTT…jeje.
manu alvarado
¡¡¡¡QUE GRANDES SOIS!!!!.Raul,Muy bueno el articulo como todos los que haces,¡¡¡¡¡ENHORABUENA!!!!.Y que conste una cosa,Mi Esposa y Yo estuvimos "ALLI",en la meta y la verdad es que fue Impresionante,"Con la que estaba cayendo y la que cayó durante el día pero es que al final y a la noche apartir de las seis siete de la tarde,fue de miedo.Sois unos FENÖMENOS.
pedalesyzapatillas
Uno hace lo que ve, y me he criado viendo un gran ejemplo de fuerza, honor y superación.
Marivi Alvarado
Que grande eres Raul, no sabía que eras tan tan fenómeno.
Un beso muy fuerte y adelante.
Te quiero enano.
pedalesyzapatillas
Es que la gente no sabe los genes que tengo, y que juegan por ello con desventaja…jaja.
Un besazo!!!
Antonio J. Prado
Enhorabuena crack. Llegó aquí desde fc, y como te he dicho es una pasada leer las crónicas de los demás. Te vienen tus vivencias a la mente, gracias.
Aquí te dejo la mía por si te aburres.
http://ccgrotesco.blogspot.com.es/2013/05/cronica-de-los-10000-del-soplao-2013.html?m=1
pedalesyzapatillas
Aupa Antonio, Enhorabuena a ti tambien, tanto por la pedazo carrera que te curraste como la increible crónica que has realizado. He disfrutado mucho de cada linea.
Como bien dices, es curioso como preparamos unos las marchas, con una hoja de ruta detallada y un minucioso trabajo de investigación, y otros simplemente van a la aventura. Cada uno somos un mundo, y si hay 4000 participantes, hay 4000 historias distintas detrás de cada uno de nosotros.
Un lujo haber corrido con gente como tu, con la cual espero volver a coincidir.
Un saludo y gracias por tus reflexiones.
Emilio Nanclares
Enhorabuena!!! Que tío!! Y lo sé porque yo estuve allí pero abandoné subiendo la Cruz de Fuentes. Este año he entrenado muy duro, pero es mi primer año de entreno y a los 3000 de desnivel mi cuerpo se apajara, estaba entumecido x el frío… así que decidí no llevar mi cuerpo más allá de lo desconocido. Yo tb vivo x Vitoria. Ya te he dejado una reflexión en cuanto al entreno del rodillo vs spinning. Bueno, que gran crónica y experiencia. El próximo año lo intentaré de nuevo D.m.