En este artículo quiero haceros partícipes de la mayor experiencia que he realizado, no sólo como ciclista de montaña, sino el mayor reto al que me he enfrentado en mi vida deportiva, la Euskadi Extrem 2012.
Cómo empezó todo
Es una prueba que nos venía rondando la cabeza a Jorge, Pana, mis compañeros de rodadas, y a mi. Habíamos hablado que sería un gran final para un año redondo tras la media maratón de Monegros, Bilbao-Bizkaia Extrem, casi todas las marchas mtb de Álava… Pero no nos terminábamos de decidir, ya que ésta 4ª edición iba a ser las más dura de las realizadas hasta ahora y nosotros, pobres globerillos de fin de semana, cómo podíamos osar pensar en una prueba de dicha índole: 183 km y 4850 m. de desnivel positivo (los cuales se vieron alterados en +3 los kilómetros y en +1500m el desnivel por falta de permisos en algunas zonas) divididos en dos días de ruta.
Decidimos no participar y cuando tuvimos los nervios calmados, conocimos a un Rider (Vicente), que nos animó a apuntarnos, diciendo que iba a ser toda una experiencia. Nos lo vendió con tanto entusiasmo, que, débiles de nosotros, cuando nos quisimos dar cuenta habíamos realizado la inscripción. ¡Diosss, que habíamos hecho…pfff!.
Después de unos meses de preparación, nervios e incertidumbre, llegó la fecha de la prueba, así que el 6 de octubre nos plantamos en Bilbao, con más miedo que vergüenza y varias visitas al autobús-wc preparado para la ocasión.
Día 1 – Viviendo un infierno en el paraíso euskaldun
A las 9:00 am. dio comienzo la prueba y nos encontramos rodando por Bilbao, con los nervios a flor de piel pero con orgullo por los aplausos que recibíamos del público asistente a la salida.
Al igual que en la prueba que realizamos “Bilbao-Bizkaia Extrem”, nos pareció todo un lujo que cortaran las calles del centro de Bilbao, parando el tráfico y el tranvía, para que pudiéramos rodar a nuestras anchas los 6 km correspondientes a la salida.
Por tramos de carretera y pista, comenzamos la subida al Pagasarri, disfrutando de unas increíbles vistas de Bilbao, pero la maquinaria estaba en marcha y no había tiempo para fotos. No era una subida ni técnica, ni complicada, ya que discurre por unas pistas anchas y bien preparadas.
El ambiente entre los ciclistas era bueno y distendido, escuchando cantidad de risas y chistes, pero todo se acabó cuando llegamos a la famosa “cuesta del silencio”. Sólo se volvió a escuchar algo cuando solté una retaila de juramentos y maldiciones cuando partí la cadena. Por suerte mi camelback es como el maletín de la señorita Pepis y llevo de todo. Solucioné el problema en menos de 5 minutos con los enganches rápidos. Por cierto, si alguno va por allí y encuentra un troncha cadenas…es el mío, je je je, que me lo dejé allí.
Finalizado el calvario de la subida, hicimos un descenso largo por pistas tortuosas, llenas de piedras, las cuales pusieron mi humilde horquilla de muelles a prueba, junto con toda la tornillería de la bici y mis maltrechas rodillas.
En el km. 25 llegamos a Ugao Miravalles, donde tuvimos un rato de descanso hasta llegar a Zeberio, donde nos esperaba la segunda subida: el Kurtzelarra. Según el track, había unos 500 metros de “bici en mano”, pero debido a lo húmedo y escarpado del terreno, deambulamos cual penitentes cerca de 3 km. Esa subida se convirtió en un auténtico peregrinar, tanto que uno se puso a cantar canciones de la Semana Santa, lo que puso la nota de humor en ese pequeño calvario.
Finalizada la ascensión haciendo el último tramo montados en la bici (por si había algún fotógrafo de la organización preparado para fotografiarnos…la honrrilla…) bajamos como auténticos obuses hacia Orozko por pista y carretera.
En Garai nos tomamos unas barritas y algún gel ya que debíamos subir una tercera cumbre: El Belorran. La subida fue larga y tediosa, pero al transcurrir por pistas, se hizo bastante asequible. Lo peor fue cuando pensábamos que ya habíamos llegado y vimos que el camino seguía subiendo… Pana bautizó esa subida como “la subida a Mordor”. El camino transcurrió en un largo peregrinar de gente agotada, azotados por un vendaval fortísimo que llevó a más de uno al suelo y gotas de lluvia cayendo con mucha fuerza debido al viento. Al dar la vuelta a la ladera, quedamos protegidos del viento y, al dejar de tener resistencia, casi nos caemos hacia la derecha, ya que íbamos haciendo muchísima fuerza para compensar y no perder la rodada. En ese momento me vino a la cabeza la frase de la película Indiana Jones y la Última Cruzada: «sólo el penitente pasará»…
Finalizada la cumbre, bajamos por unas pistas de hoja pisada entre hayedos no muy complicadas y bastante divertidas. La diversión se acabó de golpe cuando delante del cartel que indicaba que entrábamos en el parque del Gorbea. Ahí llegamos a lo que yo mismo bauticé como “la cuesta de la risa”, una puñetera cuesta que, después de la paliza de las tres cumbres anteriores y pensando que era todo bajada hasta Murgia, hacía que se te callera el alma a los pies y en vez de llorar, te entraba la risa…
Pasado el mal trago, llegamos a eso de las 15:30 a Murgia, donde nos esperaba la “pasta party” y lo más importante, el primer control de tiempo que cerraba el paso a las 16:30. Allí, medio comimos algo, bebimos y, sobre todo, estiramos la espalda y las piernas, porque esos 64 km casi acabaron tanto con la bici, como conmigo. Con mi humilde Orbea Satellite 2012, tuve la oportunidad de saborear cada bache, piedra y raíz que asomaba por el camino…
Una vez reunido el grupo, volvimos a ponernos en marcha hacia Vitoria-Gasteiz, pasando por Sierra Badaia y rememorando la marcha btt popular de Nanclares de Oca, pueblo que rodeamos para encaminarnos hacia Subijana de Álava.
Pasamos bien el control de tiempo en Gometxa que cerraba a las 19:00 y después nos dieron lo que sería el último disgusto del día, la subida a los caseríos de Ezkibel. Una vez superada la jodía pendiente nos dirigimos rápidamente por el bosque de Armentia y de ahí como cohetes por la ciudad de Vitoria para entrar por la meta exactamente a las 18:56, haciendo un tiempo de 9 horas y 56 minutos.
Cuando llegamos a la meta, la emoción casi me pudo, tuve que contener las lágrimas por lo intenso del momento (o pudo ser porque al día siguiente nos esperaba otra tortura más). Nos sentimos orgullosos al ver cómo unos aficionados como Jorge, mi compañero de rodadas, y yo, que apenas llevamos un año andando en bici, habíamos conseguido terminar una primera etapa como esa.
Mi pobre y fantástica novia, nos estaba esperando en la meta, por lo que pude compartir con ella tan emotivo momento.
Después de bajar de las bicis y hacernos a la postura del homo sapiens, fuimos a lavar las bicis al punto Karcher (qué gozada poder quitar el barrizal con las máquinas de agua a presión). Con nuestras monturas relucientes, fuimos al punto de guarda bicis que se encontraba en el casco viejo de Vitoria. Allí nos dieron asistencia técnica los chicos de Ciclos Maestre que trabajaron a destajo y me cambiaron la cadena rota y me revisaron la bici para tenerla a punto al día siguiente.
Día 2. La LLanada Alavesa (de llana nada de nada)
Algo más tranquilos que el día anterior, pero infinitamente más magullados y cansados fuimos a por las bicis para enfrentarnos a un segundo día de duro calvario para nuestros maltrechos riñones. Hubo bastantes saludos entre todos los participantes y organizadores, el dolor y sufrimiento unen bastante.
Llegadas las 9:00 de la mañana, y pasados esos momentos de euforia, con bastante menos cachondeo que el día anterior, nos pusimos en marcha. Atravesamos Vitoria-Gasteiz saboreando nuevamente el lujo que da el que corten las calles céntricas de una ciudad, para encaminarnos hacia el Parque de Salburua. Ahí hubo algunos tapones, ya que no está preparado para un tránsito tan abundante. Pasamos por delante del Buesa Arena, encaminándonos hacia Durana y de ahí por parcelarias hasta el pantano de Garaio, donde tuvimos el primer avituallamiento.
Destacar que coincidimos con otra marcha de montaña, por lo que hubo pequeños momentos de crisis al acumularnos aficionados al trekking con los que estábamos haciendo la Euskadi Extrem. Incluso estuve a punto de tener un accidente, ya que en un paso muy estrecho, con una caída peligrosa, un senderista no hizo ademán de dejarnos pasar y el compañero que venía detrás chocó conmigo, cayendo sobre un arbusto. Sinceramente, no le hubiese costado nada apartarse un poco, como hicieron el resto del grupo que iba con él. Desengancharse de los automáticos en ese paso, con tanto paseante, podía haber acabado con alguna lesión de gravedad pero, como siempre en esta vida, hay gente para todo.
Seguimos pedaleando por la llanada Alavesa, hasta llegar al Monasterio de Estibaliz y allí cargamos las bicis en el hombro para bajar las numerosas escaleras que había, hasta que vimos pasar a un competidor por un sendero paralelo a las mismas que no habíamos visto. Cuando quitamos la cara de bobos, cruzamos la barandilla y descendimos por el sendero, pasando con mucha holgura el control de tiempo puesto a las 14:00 en Ullibarri de los Olleros.
Los caminos son buenos, siendo la mayoría pista y algunos senderos, y al estar el terreno seco, no sufrimos con el barro al que estamos acostumbrados por ciertas zonas, así que rodamos esos primeros 55 km bastante rápidos, hasta llegar al primero de los dos calvarios de la segunda etapa: Arrieta y Zaldiaran.
Una subida por un sendero muy vertical nos hizo sudar de lo lindo, pensaba que eran moscas lo que tenía por los brazos, pero eran chorretones de sudor, los cuales se metían también por los ojos, haciendo más difícil todavía el ascenso.
Coronado dicho alto, una rápida bajada por bosque, entre helechos, ramas y senderos estrechos, nos llevó a la tortura que nos supuso subir al repetidor de Zaldiaran. Una pendiente de asfalto y cemento vertical como pocas. La técnica de subir en zig-zag hizo que pudiese subirla sin que me diese un infarto.
Alcanzado éste último repecho, nos llevaron a un punto de “downhill” conocido como “el tambor”. No hace falta decir que hice más tramo andando que montado, ya que no tenía ni bici, ni fuerzas, ni técnica para enfrentarme a ese técnico y complicado descenso, donde muchos bikers han besado el suelo. Como dijo otro participante que iba a la par conmigo: ya hemos sufrido bastante como para fastidiarla al final, así que mis compañeros de ruta disfrutaron como niños en dicho descenso, pero yo lo bajé prudentemente, será que me hago mayor…
Terminado el doloroso descenso volvimos a pasar por el bosque de Armentia para cruzar la línea de meta con un tiempo de 5 horas 53 minutos y 30 segundos.
La emoción y el subidón que tuvimos al haber finalizado con éxito esta exigente prueba, no tiene precio. Todo eran abrazos, felicitaciones y comentarios eufóricos sobre tal o cual tramo.
Mi novia me dio una gran alegría al recibirme en la llegada, ya que no la esperaba, pero gracias a una aplicación del teléfono móvil, a través de la cual me suele seguir cuando salgo en bicicleta, pudo saber cuando llegábamos, por lo que la emoción y la alegría fue completa.
Fue gracioso oir repetidamente este comentario: voy a poner la bici en venta para que no vuelva a tener la tentación de apuntarme a otra prueba tan dura nunca más. Pero, pasados unos pocos días, ya estábamos empezando a hacer planes y preparar el calendario de marchas mtb del año que viene…en el cual, posiblemente volvamos a incluir la Euskadi Extrem (según estoy escribiendo esto, mi novia ya me está mirando con los ojos entornados).
Como nota final, añadir un gran aplauso y felicitación a todo el gran equipo que organiza tan memorable prueba, ya que ha organización ha sido impecable. Los marcajes han sido perfectos, sin dar ningún lugar a error, los avituallamientos memorables, donde hemos encontrado de todo, y el trato ha sido increíble, generando una ambiente muy cordial y familiar. Enhorabuena a todo participante y organizador de la Euskadi Extrem 2012, una prueba tanto deportiva como de superación personal…al menos para mí.
El tiempo total empleado por mí para realizar las dos etapas fue de 15 horas 52 minutos y 05 segundos. Hubo tiempos muchísimo mejores, pero también hubo algunos que no llegaron a terminar la prueba. Hago mía una gran frase que me mando mi amigo Vicente: “aunque llegue el último, siempre tendré por detrás de mí a todos aquellos que no tuvieron el valor de apuntarse”.
Si algún alma perdida, o loco quiere repetir o intentar la ruta, los tracks los podéis descargar de aquí:
Tracks de la marcha Euskadi Extrem
Día 1 – Bilbao Vitoria-Gasteiz
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3438758
Día 2 – Llanada Alavesa
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3443737
Anónimo
que grab cronica. to tambien sufri como un perro llegando a pensar en la retirada. ha sido mi mejor esperiencia en bici y seguro que la mas dura al final en total me salieron 11:O5 entre las dos etapas pero que once horas mas intensas. volvere…..
pedalesyzapatillas
11 horas, qué pasada! No me extraña que sufrieras tanto, a mi me salieron casi 16 horas y durante toda la semana no he sido persona. Aún así el hecho de terminar esta gran prueba es todo un premio.
Gracias por tu comentario y nos vemos en la próxima…
Anónimo
Enorabuena para este grupete, me ha gustado mucho tu relato. Y animo el año k viene a repetir. Yo espero terminarla.
pedalesyzapatillas
Repetiremos fijo!
Sergio
Si señor, eso es andar en bici y lo demás son tonterías.
El año que viene no solo os acompañaremos a los Monegros, que si repetis también iremos a la Euskadi Extrem.
pedalesyzapatillas
Cuantos más seamos para el lío mejor!!