Después de habernos vendido las maravillas de andar en bici, la libertad de viajar, rutear y descubrir lugares maravillosos, muchos bikers volvemos a casa con una sensación agridulce de no saber cuál es nuestro verdadero lugar o situación respecto a otros usuarios de las diferentes vías y caminos.
El pasado fin de semana, debido a unos compromisos, no me fue posible hacer ninguna ruta de esas que tanto nos gusta por la montaña, pero si saqué tres horitas para una vuelta rápida.
Para estas ocasiones suelo tirar de una ruta que suelo hacer en invierno, donde salen 80km llanos y en poco más de tres horas me la suelo finiquitar.
La ruta intercala diferentes tipos de caminos pero me sentí fuera de lugar en cada uno de ellos.
Las parcelarias
Si hay algo que abunda en Álava son las parcelarias; caminos de uso rural, lejos del peligro de los coches, que unen campos y poblaciones. Permiten enlazar pueblos y hacer una ruta sin casi pisar la carretera. El único inconveniente suelen ser los tractores o las máquinas de riego que suelen salpicarte al pasar.
Esta opción la suelo utilizar habitualmente para ir en bici a trabajar, a la ciudad o al acercarme a la ladera del monte donde voy a iniciar una ruta.
El problema es que la temporada de caza ya ha empezado, y por lo visto, la mejor zona para cazar en esta época debe ser justo en la parcelaria. Los cazadores pueden llegar en coche fácilmente y echar la mañana pegando tiros sin ensuciarse las botas.
Durante el rato que rodé por las parcelarias, encontré verdaderas oleadas de cazadores dando muerte a todo bicho que tenía la mala suerte de pasar por allí volando.
En varias ocasiones tuve que salir a la carretera ya que, cuando no eran los 4×4 mal aparcados, eran los cazadores apostados los que me imposibilitaban el paso, por no hablar de la cara de «Diosss, te pegaba un tiro más agustoooo…»
Como iba sólo, no quise tentar a la suerte y abandoné esa vía para seguir mi ruta por carretera.
La carretera
La mayoría de los ciclistas somos conductores y sabemos lo peligroso que resulta pedalear por el asfalto.
Una curva cerrada, un despiste o un mal adelantamiento te pueden acercar prematuramente a tu último suspiro, por lo que esta opción me suele dar mucho miedo.
Las zonas por las que nos solemos mover son bastante apartadas y rurales, razón por la que las carreteras comarcales son las que más abundan. Esto supone zonas sin arcén o incluso sin raya blanca o marca vial.
Cuando tenemos que optar por esta opción, solemos ir en fila y el que lleva la equipación más visible, cierra la marcha.
Sé que la ley permite ir en paralelo, pero ante un vehículo que pesa dos toneladas más que yo, prefiero no discutir.
Pese a llevar una chaqueta fosforito, iba tan al borde del camino que en alguna ocasión estuve a punto de rematar con la cabeza la esquina de alguna señal de tráfico.
Aún así, más de un conductor me pitó o me rebasó dejando escasos centímetros entre el coche y yo. Es lo que tienen los días soleados, que todo el mundo sale a dar una vuelta.
Después de mucho agobio, por fin pude llegar a la Vía Verde, en teoría un medio menos hostil para un biker.
La Vía Verde
Las vías verdes son otra de las redes de comunicación que abundan en Álava y unen largas distancias de manera totalmente segura para los usuarios itinerantes no motorizados.
Con mucho alivio, cogí esta opción más amigable, pero como he dicho antes, el día era muy bueno y la cantidad de gente que estaba haciendo uso de dicha vía era muy grande.
Además de un buen número de personas en bicicleta, abundaban quienes iban corriendo, paseando con el perro o en familia.
Al tratarse de una alternativa alejada del tráfico tiene muy buena acogida por todo el mundo y, todo biker que se merezca este calificativo, bajará la velocidad y avisará a la hora de rebasar al resto de usuarios, demostrando una empatía que no siempre tendrá la misma reciprocidad.
La paciencia se suele ir agotando a medida que te cruzas con los perros sueltos, la gente que pasea en grupo sin prestar atención o el runner con auriculares que va corriendo de manera errática.
Nuevamente me sumí en el sentimiento de estar fuera de lugar, pero al llegar al bidegorri de Vitoria-Gasteiz recuperé la esperanza.
El Bidegorri o Carril Bici
Si hay algo que caracteriza a esta ciudad y le ha valido la calificación de «Green Capital», es la extensa red de bidegorris creada para los usuarios de las dos ruedas, pero poco a poco se ha ido convirtiendo en una opción para el resto de usuarios.
Gente patinando, paseando y nuevamente los perros sueltos hicieron un infierno circular por una vía creada exclusivamente para ciclistas.
Es irónico que la Green Capital, famosa por el fomento del uso de la bicicleta como medio para desplazarse, haya acabado prohibiendo su uso en zonas peatonales, pero no haya prohibido el uso peatonal de las zonas destinadas para las bicicletas.
Después de realizar lo que iba a ser una ruta rápida y tranquila, llegué a casa con la cruda sensación de que los ciclistas hemos sido excluidos de todas las vías, convirtiéndonos en un estorbo para conductores, cazadores y peatones.