Antes de comenzar a escribir este artículo ya soy consciente de la cantidad de críticas que me van a llover por recomendar el lavado de la bici con agua a presión, más concretamente con la Karcher K2.
Sobre este tema se han gastado ríos de tinta y saliva. Somos conscientes de que el mejor método para limpiar la bici es desmontarla entera, coger un cubo de agua tibia, jabón neutro, un cepillo de dientes y rascar cada micra de barro o porquería de todos los recovecos, pero siendo realistas, ¿alguien hace eso?
En otros lugares no lo sé, pero, os aseguro, que en el País Vasco todos los biker de montaña llevamos un euro en el CamelBak para pegar un buen refregón a la bici antes de llegar a casa, ya que el agua a presión es la única herramienta que nos permite volver a ver el color del cuadro o desincrustar las raíces, piedras y barro de los cambios.
Cansado de quedarme helado al tener que esperar a que se libre la manguera del agua a presión de la gasolinera y acabar llegando a casa a las mil, he decidido comprar una de las máquinas de lavado a presión más populares, compactas, económicas y efectivas del mercado, la hidrolimpiadora Karcher K2.
Es sabido que el agua a presión perjudica o daña ciertas partes de la bicicleta, más en concreto la de las suspensiones y articulaciones, así que tendremos en cuenta unos pequeños consejos para dar lustre a la bici pero sin fastidiar nada.
La preparación
Una vez llegamos a casa, duchados, secos y con el Vermout echado, desliaremos la lanza, el cable de corriente y conectaremos una manquera a la toma de agua (entiéndase, al grifo) y la otra a la entrada de la Karcher. Después la conectaremos a una toma de corriente y ya está lista para su uso.
En caso de utilizar una alargadera, lo más recomendable es desenroscar el cable en su totalidad. No es algo exclusivo en el uso del lavado a presión, sino algo que deberíamos hacer siempre que utilicemos cualquier aparato eléctrico. La tensión en un cable enroscado puede hacer de bobina y el peligro de explosión de la alargadera es posible.
Llamadme paranoico pero con la Karcher, taladro, secador o cualquier aparato eléctrico que tenga una tensión considerable siempre extiendo el cable en su totalidad.
El agua
Lo normal es utilizar agua fría para lavar la bici, pero si está ligeramente templada nos resultará más agradable, sobre todo en invierno.
No se recomienda utilizar agua muy caliente, ya que además de arrastrar la grasa, no sabemos cómo van a reaccionar los elementos de la bici a una temperatura alta.
En caso de querer usar jabón, en la parte de atrás hay un tubito de goma a través del cual la máquina puede chupar jabón. Tened en cuenta que hay elementos químicos que pueden dañar las partes móviles de la bici como es el caso de las articulaciones de las suspensiones, bujes o incluso el eje pedalier, por lo que en caso de utilizar jabón, procurad que sea de ph neutro y/o específico para el lavado de la bici.
El lavado paso a paso
1. La Karcher K2
El modelo que adquirí yo es el basic, por lo que únicamente trae una lanza, pero existe la posibilidad de complementar el kit con un cepillo específico.
Primeramente procedemos a remojar la bici manteniendo una distancia de 30 a 50cm, así el barro se irá ablandando y nos costará menos sacarlo.
En las zonas que es cuadro podremos acercarnos algo más, sobre todo para arrancar los pegotes más gordos, pero aunque no haya tanto peligro de dañar nada, hay que tener cuidado ya que el chorro es lo bastante potente como para arrancar las pegatinas del cuadro o de las ruedas. Lo digo por experiencia.
En las zonas de basculantes y suspensiones es mejor alejarse bastante y terminar el trabajo a mano después, ya que si nos acercamos demasiado podremos dañar los rodamientos o incluso las juntas.
A la hora de limpiar la transmisión es aconsejable accionar los pedales hacia atrás. De esta forma pondremos en marcha la cadena y por tanto el sistema de transmisión en general, facilitando la limpieza y eliminación de elementos no deseables.
2. Limpieza fina
Pese a la potencia que presenta la máquina de lavado a presión, habrá elementos que se resistan a abandonar nuestra bici, por lo que procederemos a retirar a mano esas piedrecitas, ramas y demás elementos enganchados.
3. Secado
El agua es un elemento que no se lleva nada bien con los metales, así que secaremos toda la bici utilizando un trapo seco o papel.
Hacer especial hincapié en la transmisión, ya que la cadena tiende a oxidarse. Me suele gustar agarrarla con un trapo de algodón y hacer girar los pedales hacia atrás, secando lo máximo posible la cadena.
Con los platos y piñones suelo hacer lo mismo. Meto el trapo entre los elementos y los acciono girando los pedales en sentido inverso a la marcha.
4. Engrase
Con todos los elementos bien secos pasaremos a engrasar todas las partes móviles: Cadena, cambios, basculante e incluso las barras de las suspensiones.
No siempre lo hago, pero antes de engrasar la cadena es recomendable aplicar un desengrasante, sobre todo si se va a utilizar cera.
Cuando no utilizo cera, procuro echar aceite acorde con la climatología y condiciones a las que me voy a enfrentar. Para no volveros locos, suelen vender packs con todos los lubricantes necesarios, como es el caso del Weldtite FT2 Pack Mini 4
Al resto le suelo dar aceite de teflón. Echo una gotita en cada una de las articulaciones de la bici, incluidas las del cambio trasero y desviador.
Para las suspensiones suelo echar algo de ese aceite de teflón en un trapo y limpio las barras.
5. Acabado deluxe
Esto ya es un poco friki, pero me suele gustar repasar el cuadro con un trapo mojado con algo de aceite de teflón.
Además de terminar de quitar la suciedad que queda, protege y da al cuadro un lustre muy agradable.