Habíamos leido mucho y visto cantidad de material multimedia, pero nada ni nadie nos había preparado lo suficiente para la terrible y despiadada VI Sapubike MTB Martxa.
La Noble Villa de Durango, situada en la orilla izquierda del río Ibaizabal, se encuentra rodeada por unos muros Kársticos: Alluitz, Amboto, Mugarra, Oiz, Saibi…, lo que da pie a un tipo de mountain bike más agresivo.
Son muchos años ya los que han pasado desde que solía recorrer con una Orbea Sherpa, con horquilla de elastómeros y protegido por una chichonera, las encrespadas cumbres del Duranguesado y, como ya me advirtió un buen amigo antes de ir: «Cuidado con las bajadas, que te has vuelto muy alavés».
Un track ya complicado de por sí, se encrudeció todavía más tras una semana de fuertes lluvias, granizo y drástica bajada de temperaturas. Pasamos de 43ºc a 9º de un día para otro.
Sin ser muy conscientes del fregado en el que nos íbamos a meter, nos confiamos y no cambiamos los neumáticos que llevamos a la XX Extreme Bardenas.
Acudir a la VI Sapubike con unos Maxxis Larsen TT 2.0, es como ir a la guerra con una chimbera.
Mientras preparábamos las bicis en el parking junto a las piscinas, no hacíamos más que ver bicis y gente con estética endurera: rodilleras, pantalones cortos, calcetines altos, botas…
Fue en ese preciso momento cuando me empecé a poner nervioso, pero cuando ya vi los «jabalís» habituales de movidas gordas, me dio hasta un pequeño blancazo…»Dios, que hemos hecho!»
Ya estábamos allí, así que sin darle más vueltas, nos acercamos al arco de salida situado en Tabira.
La climatología tan adversa que habíamos vivido durante la semana previa, hizo que la gente sensata no acudiera a la prueba, por lo que calculo que de los 400 inscritos, unos 350 imprudentes salimos esa mañana con idea de intentar domar la VI Sapubike.
Se trata de una prueba corta, de 35km y nadie va pensando en guardar nada, por lo que a las 9:00am, en cuanto nos abrieron las compuertas, pedaleamos como si no hubiese un mañana.
No voy a liarme a explicar tramo por tramo el recorrido, pero básicamente se trataba de coger altura por despiadadas palas de hormigón y asfalto, para despeñarnos por vertiginosos singletracks de tierra, raíces y rocas escavados en la ladera del Mugarra.
En repetidas ocasiones ya he dicho que soy un poco biker técnico, más bien torpe, del tipo «machacabielas», pero os aseguro que ese día, hice de tripas corazón y lo di todo.
El trazado estaba bien cuidado y peraltado, pero el terreno se encontraba deshecho y, salvo que se llevaran ruedas de clavos, nadie estaba exento de un buen carpazo, justamente lo que le pasó a Iñigo, mi compi.
En el kilómetro 20 aprox. en pleno descenso, una cuchilla de piedra le sacó del camino y enganchó el manillar con un árbol.
La consecuencia fue una caída muy aparatosa con múltiples golpes, cortes y rozones, pero nada roto. Es pequeño, pero duro. Lo que bien podría definirse como un tío «compacto» y eso le salvó.
Cuando pudo incorporarse, decidimos ir bajando poco a poco e ir valorando si seguiamos en la prueba, pero cuando vimos que tenía el cambio trasero metido dentro de la rueda…no hubo nada más que decir.
Con la sensación de haber sido masticados y después escupidos por la VI Sapubike MTB Martxa, escoltados por un vehículo de la organización, nos retiramos de la prueba por carretera.
Pese a ser un tipo de recorrido en el cual yo no disfruto absolutamente nada, reconozco que es precioso. Muy técnico, pero precioso. De hecho, me atrevería a decir que supera en dificultad y mucho a la Urola-Garaia BTT Maratoia.