Después de un año de parón por motivo del Covid-19 , el pasado 9 de octubre se celebró la Tierra Estella Epic 2021 y los Hellbikers no pudimos faltar a tan significativa prueba.
Para quienes no conozcáis la prueba, la primera edición de la Tierra Estella Epic se celebró en 2016 y desde entonces no ha hecho sino crecer y crecer convirtiéndose en tan sólo 5 ediciones y una pandemia, en la prueba de referencia para cualquier amante de la BTT.
A lo largo de estas 5 ediciones el recorrido ha sufrido tres modificaciones, hasta encontrar el caracter que hemos vivido este año.
V Tierra Estella Epic 2021 | VLOG
Así vivimos la aventura
Para esta edición tuve la suerte de contar con dos compañeros de lujo: Jon Yuste y Alberto (Hnos. Carpintería Alonso), dos auténticas bestias pardas en esto de las ruedas gordas.
Al igual que en otras ediciones, las salidas fueron escalonadas, respetando las diferentes modalidades en las que se presentaba la prueba: UCI C1, Bike Marathon y Medio Fondo.
La organización fue muy insistente en las medidas de protección contra el Covid-19, siendo obligatorio el uso de la mascarilla hasta el mismo momento en el que se dio inicio la prueba.
Nosotros salimos en la versión Marathon, ya que no nos vamos a engañar, con estas edades no tenemos cuerpo para competir, aun así, salimos casi al final y poco antes de llegar a los temibles cañones de Montejurra ya nos encontrábamos cerca de la cabeza de carrera.
Sin ninguna piedad ni concesión, lo dimos todo en los 6 kilómetros de subida que tienen los Cañones de Montejurra y justo cuando comenzamos la zona de senderos, Yuste tuvo que parar por una avería en el cambio.
En ese momento cantidad de participantes nos pasaron como cohetes. Pese a no ser la versión competitiva, estaba claro que nadie iba a regalar nada ese día.
Una vez apañado el cambio, buscamos hueco y nos lanzamos por una locura de trazado, marcado por una serie de senderos y descensos un tanto técnicos, lo que me hizo ponerme en modo conservador, ya que desde que sufro de Esclerosis Múltiple, mi capacidad técnica está muy mermada.
Una vez abajo volví a encontrarme a mis compañeros parados, ya que el cambio de Yuste seguía dando guerra. Por lo visto tenía la rosca del casete de piñones pasada y llevaba toda la piñonada suelta.
Por suerte una de las personas que cuidaban ese cruce vivia cerca y envió a su hijo a casa a por una llave de piñones.
En el rato que estuvimos parados nos atrapó el bici-escoba…no me lo podía creer, un año más, éramos los últimos.
Arreglada la avería, volvimos a poner en marcha la máquina y cual locomotoras arremetimos contra todo lo que se nos puso por delante.
Cabeza de Melón, el muro Robert Innova y poco más conseguí aguantar a mis acompañantes, así que dejé que se fueran ya que no estaba rindiendo al ritmo esperado.
Una cosa que siempre dejo clara cuando participo con gente en una prueba es que salimos juntos, pero si los ritmos son muy dispares, nos separamos y ya nos volveremos a juntar en meta, ya que cada uno debe hacer su carrera.
Cuando llegué al avituallamiento de Muniáin de la Solana (km21,9), no me encontraba lo bien que era de esperar. Algo no estaba funcionando; además de falta de fuerza en las piernas, me notaba muy fatigado. Cosas de la Esclerosis Múltiple.
Los siguientes kilómetros no se me dieron muy mal, pero no conseguía dar la vuelta a las malas sensaciones y no hacía más que venirme a la cabeza la cara de disgusto de mi pareja (a Irene sí que habría que hacerle un monumento, porque aguantarme a mi y mis pedradas no es nada fácil), de las otras dos veces que ingresé en urgencias, así que bajé el pistón y traté de disfrutar del recorrido un poco más tranquilo.
No habíamos llegado a Villatuerta cuando ya había decidido que no tiraría por el recorrido largo, ya que pese a llegar con tiempo, conociendo que lo que venía a continuación no era moco de pavo, preferí asegurar al menos uno de los recorridos oficiales, así que le comenté al Bici-Escoba (perdón, no me acuerdo de su nombre…soy un desastre…lo sé) para que lo comunicase a la organización.
Llegué a Villatuerta (46,2km) sobre las 13:30, 14 minutos antes del corte pero ya estaba decidido, en el puente que separa la corta de la larga, tiraría hacia la izquierda.
Por regla general suelo llegar a ese corte con hora y media de margen, el cual se suele ir recortando hasta el punto de que el último punto de control lo suelo pasar bastante justo, así que de haber seguido, no creo que hubiera llegado en tiempo a Encina de Eraul (61,5km) y de hacerlo, lo hubiera hecho sufirendo bastante, ya que el recorrido es muy exgiente y rompepiernas, con una exigencia técnia y física con la que no contaba ese día en concreto.
Los siguientes 11 kilómetros que me separaban de la meta los hice tranquilo, disfrutando del recorrido e incluso apretando en algunas zonas con la tranquilidad que te da el saber que estás a tiro de piedra del final.
Al curzar el arco de meta de Aiegi (57,4km), tuve una sensación muy agridulce y llena de sentimientos enfrentados. Por un lado contento por haber terminado la prueba entero, pero por otro lado con la sensación de que podría haber forzado un poco más la máquina y tal vez haber terminado la marathon, por lo que no recogí la medalla que daban en meta, ya que era únicamente para quienes terminaban la marathon y yo no lo había hecho.
Se que puede parecer una tontería y que hubo gente que la recogió, pero para que veáis como funciona mi cabeza, el maillot que nos regalaron en la segunda Eusko Bike, donde nos estampamos tras 11horas de maratón, no lo utilicé hasta que no superamos el reto el año siguiente. A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.
Después de limpiar la bici, ducharme y recoger el tinglado, me acerqué al polideportivo y pude deleitar una riquísima paella Kerstin y Alberto, miembros y amigos del Club Ciclista al que pertenezco, el Pro Evasion Bike.
Conclusión
La Tierra Estella Epic, ni en sus inicios ha sido una prueba humilde y ya se le veía indicios de despuntar pero sinceramente es impresionante el ver como un pequeño grupo de amigos han conseguido hacer realidad su visión, poniendo Lizarraldea o la Merindad de Estella en el centro del mapa ciclista.
Por mucho que se escriba, fotos que se presenten o vídeos que se hagan, nada de lo que os contemos llegará a transmitir realmente la maravilla que supone participar en una prueba de semejante calibre y por un terreno tan espectacular.
Sinceramente os recomiendo, no sólo tomar parte en la prueba sino coger la bici y acercaros a conocer el territorio en el que se lleva a cabo, ya que las posibilidades son infinitas y tan satisfactorias que deberían considerarse hasta pecado.