Por fin ha llegado el día de separar el trigo de la paja, los hombres de los niños, los de Bilbao…del resto, es decir, el día de la II Extrem Bilbao-Bizkaia BTT.
Es una prueba cronometrada por chip pero no competitiva, al menos eso es lo que dicen, aunque me río yo de esas pruebas “no competitivas”, en las que si pueden pasarte por encima te pasan, como en Monegros o las marchas populares.
Ha sido una semana bastante mala ya que la primavera ha estallado en todo su esplendor, dando rienda suelta a una fuerte alergia que me ha provocado incluso una especie de bronquitis y me ha tenido toda la semana con tos, mocos, flemas, sin dormir…vamos, hecho un primor.
La prueba se realizó el domingo 10 de junio a las 9:00 am en Bilbao, por lo que acostarse pronto e ir descansado se hizo indispensable, cosa que la maldita tos no me permitió y me tuvo toda la santa noche en vela.
El despertador me regaló su canto a las 6:00 am, más o menos 5 minutos después de haber conseguido caer rendido en los brazos de Morfeo. Tras pensar en mandar la prueba al cuerno…me levanté, desayuné un té y un cuenco de arroz blanco y me reuní a las 7:00 am con mi ya habitual compañero de penurias, el cual me esperaba puntual con el coche para acercarnos a Bilbao. Fuimos con cierta prisa y estrés, ya que la recogida de dorsales, chip y maillot se cerraba a las 8:30 en la explanada del museo Guggenheim y para eso había que llegar desde Vitoria, aparcar en el parking habilitado para la prueba, montar las bicis y llegar a tiempo.
Durante el viaje hacia Bilbao, comimos unas barritas energéticas, nos hidratamos con algo de líquido isotónico y como no…tosí, y mucho. Iba muy preocupado con la maldita alergia-catarro.
Llegamos a tiempo al parking de Zorrozaurre, montamos las bicis, cogimos el equipo y fuimos a por los chips. Como anduvimos bien de tiempo, tuvimos la posibilidad de volver al coche a dejar los maillots que nos regalaron con la inscripción.
A las 9:00 en punto, desde la explanada del museo Guggenheim dió comienzo la salida. Se notaban los nervios entre los aproximadamente 600 participantes, sobre todo ante la temida caída multitudinaria en la salida. Por suerte, fue bastante fluida y el pelotón se estiró un poco, dando algo de capacidad de maniobra.
Tras rodar apenas dos kilómetros por Bilbao, comenzamos a subir por Basurto, dirección Kobetas, por el camino de Santiago. Hasta aquí, la carrera era controlada y nos escoltó la policía municipal de Bilbao.
Una vez retirada nuestra escolta, comenzó la escalada sin piedad hasta el monte Arraiz, donde tuvimos el primer control de tiempo. Debíamos pasar por un arco y unas alfombras, a cuyos lados había unos controles de tiempo, accionados por el chip que llevábamos en el tobillo.
La subida fue dura de verdad, pero no paramos y nos lanzamos seguido por las fuertes pendientes que nos hicieron descender en 2 km lo subido en 14 km. Eran unas bajadas bastante pronunciadas y peligrosas, a lo que si le sumábamos la cantidad de gente que bajábamos y un vendaval que te sacaba del camino, hacía presentir lo que por desgracia pudimos comprobar, unas caídas muy aparatosas. De hecho, un tramo de unos 200 metros decidí hacerlo andando, ya que transcurría por un camino muy estrecho y había muchísima gente. La decisión fue bastante acertada, sobre todo viendo la cantidad de gente que besó el duro suelo de tierra y rocas.
Pasado ese pequeño tramo, me monté en la bici y descendí lo que catalogué como el tramo más vertical y complicado que había bajado en mi corta vida como ciclista de montaña. Bajada que parecía más bien el cauce de un arroyo, lleno de piedras y tremendos escalones, pero sacando el culo del asiento, bajándolo casi hasta la rueda trasera y con un control fino del freno trasero, conseguí salvar la situación. Esta bajada me cansó más que la subida pero, como el nombre mismo de la carrera, la catalogaba de Extrema.
Sin piedad, comenzamos la subida al monte Pagasarri. Si las subidas anteriores fueron duras, las que vinieron después fueron mortales. Fue un auténtico calvario de subida, donde cada curva nos hizo ganar mayor inclinación.
Llevábamos 27 km de penuria cuando noté un “bajón”. Le pedí un gel de glucosa a mi compañero, porque los míos no los tenía accesibles y no queríamos parar, pero se me atascó al tragar y, entre la tos, el gel y el cansancio, perdí el ritmo de pedalada. Pensé en abandonar la carrera en el alto del Pagasarri, donde había una alternativa para la gente que llegara fuera de tiempo al 2º control. Llevábamos casi tres horas sin parar de pedalear para hacer 30 míseros kilómetros, a una media de 160 pulsaciones por minuto, lo cual se tradujo en un desgaste descomunal.
Ver una zona llana me dio cierto alivio, así que le pedí a mi compañero que siguiera sin mí ya que necesitaba descansar un poco y no quería que él perdiera su ritmo. Me senté en una roca 5 minutos, donde aproveché para tomarme un segundo gel de glucosa e hidratarme tranquilamente, bajando las pulsaciones a 120. Después venía un tramo recto por una zona boscosa, que discurría por un senderito muy estrecho y técnico, donde muchos bikers iban al suelo, así que lo hice andando, suave, para seguir recuperando el ritmo cardiaco y no enfriarme. 200 metros de sendero más allá, empecé a encontrarme mejor así que volví a subirme a la bici y comprobé que el cuerpo me respondía y la mente se había liberado de la presión que llevaba. Adelanté subiendo a muchos competidores que me habían adelantado mientras estaba descansando y llegué fresco y fuerte al segundo punto de control, a 20 minutos del tiempo límite para cruzarlo.
La cara de alegría de mi compañero al verme llegar montado fue toda una inyección de ánimo para ambos, ya que el pobre se veía terminando una prueba que en solitario es muy dura, sobre todo para la mente.
Un señor de la organización animaba a la gente a coger la ruta corta por la que en media hora se llegaba a Bilbao, mientras que por la otra quedaba al menos dos horas de subidas y bajadas fuertes, pero decidimos que no habíamos llegado hasta allí para retirarnos y, tras hidratarnos y comer un poco, agarramos nuestras maltrechas bicis y seguimos la ruta.
Comenzó a llover, por lo que nos pusimos las chaquetas, empapadas por cierto de la tremenda humedad que había, y atravesamos unas campas llenas de vacas y barro, mucho barro.
Nuevamente, el trayecto se convirtió en un deambular de penitentes por las fuertes subidas y bajadas del Pagasarri dirección Alonsótegi. A medio trayecto, volvió a apretar el calor y nos quitamos la chaqueta, pero esta vez aprovechamos para comer algo e hidratarnos en condiciones, para evitar el peligro de la temible “pájara”. De todas maneras, el ánimo estaba alto e incluso fuimos haciendo chistes y charlando. Está claro que el haberme recuperado y seguir la marcha juntos nos subió el ánimo y nos dio fuerzas suficientes para seguir.
En una de las bajadas, vimos un grupo de gente atendiendo a un competidor que se había caído al romper la rueda en uno de los múltiples hoyos y según parece había sufrido una rotura de brazo. Como ya había bastante gente, seguimos el camino y, de paso, intentamos avisar a la DYA, pero más adelante vimos que ya habían dado el aviso al ver que subía un 4×4 a gran velocidad en busca del accidentado.
Sobre el kilometro 45 llegamos al bidegorri que rodea Bilbao, pasando por el Consorcio de Aguas, para volver a enfrentarnos a las que serán nuestras últimas cuestas antes de llegar a Montefuerte, donde se encontraba el último control de tiempo y el final de la marcha libre.
Bajamos tan rápido que mi compañero no vio que había que desviarse a la izquierda para cruzar el arco de llegada y, pese a mis gritos, avanzó como el viento dirección a Bilbao.
Crucé el arco de llegada marcando el tiempo de 5 h. 26 min. Llamé por teléfono a mi compañero para avisarle y por suerte se había parado en un cruce cercano y regresaba sin mucho esfuerzo.
Limpiamos las bicis con las Karcher habilitadas para ello y bajamos a Bilbao limpitos como dos pinceles.
Sin lugar a duda fueron los 60 kilómetros más duros que había realizado hasta ahora y una dura prueba tanto física como mental, a la cual me había enfrentado bajo de salud y muy cansado, pero gracias a la paciencia y compañerismo que demuestra siempre mi acompañante, fue posible terminarla. No en balde acumulamos 2240 metros tanto subiendo como bajando, de los cuales, 1800 m fueron en los primeros 35 km.
Recalcar que un equipo de bikers profesional realizó ese mismo recorrido en condiciones de buen tiempo unos días antes de la marcha en un total de 4 horas, por lo que no creo que lo hayamos hecho tan mal, para ser unos “globeros” de fin de semana.
Track de la prueba:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2947515
Ficha del recorrido:
- Terreno: variado (pista, sendero, roca, campo)
- Época: todo el año
- Cubiertas recomendadas: Mixtas, pero duras, ya que hubo cantidad de pinchazos. Muchos más de lo habitual.
- Nivel físico: alto.
- Tiempo medio: 5h-6h.
Más información en el sitio web de los organizadores:
http://www.jfgsport.es/index.php/es/btt-bizkaia/extreme-bilbao-bizkaia-btt/extreme-2012
Anónimo
La veerdad es que Eres una Máquina;Ojalá cunda el ejemplo,y hagamos todos(sin llegar a ese extremo,porque eso es para Máquinas como Vosotros,)pero al menos tener un alicientillo,y salir a hacer depporte,¡¡¡Que nos estamos muriendo en el puñetero sofá,y viendo la caja tonta!!!!Enhorabuena Raul y Suerte,¡¡Ánimo!!!
JFGsport somos deporte
Impresionante reportaje de nuestro evento en tu Blog. ¿te importaría si lo publicamos en nuestra web con tu firma?.
JFG SPORT
Unknown
Muy bueno! Es la primera vez que participé en algo así y ha sido para repetir.
Enhorabuena por el reportaje!