El pasado sábado 16 de julio, y por segunda vez consecutiva, acudimos a la cada vez más conocida marcha del Camino Real de las Postas, concretamente a su 3ª edición.
Al igual que en las dos ediciones anteriores, existe la posibilidad de tomar parte en la prueba en base a nuestra forma física o disciplina que practiquemos:
- Recorrido BTT Deportivo: 50,5km y 1290m D+. Tiempo estimado:2,5-3,5h
- Recorrido BTT Familiar: 22,6km y 380m D+. Tiempo estimado: 2-3h
- Recorrido a pie o Nordik Walking:17,9km y 550m D+. Tiempo estimado: 3-4h
- Recorrido Libre: 7,5km y 93m D+. Tiempo estimado: 2h
Con algo de pereza, en un día que amenazaba el calor, nos fuimos aglutinando en la plaza de Euskal Herria de Agurain los cerca de 100 bikers inscritos en esta prueba a la modalidad de Recorrido BTT Deportivo. Después de dar nuestros datos y recoger la pulsera identificativa, hicimos tiempo hasta que con 15 minutos de retraso, dio comienzo la salida.
La salida estuvo controlada en sus primeros 4 kilómetrosA esta prueba acudí sin grupeta, pero casualidades de la vida, me junté con Javi de los Pro Evasion Bike, con quién rodé la mayor parte del recorrido.
Iniciamos la marcha con un ritmo bastante ligero en dirección a Araia, donde se acabarían las risas, ya que comenzamos una despiadada escalada hasta alcanzar el Castillo Marutegi, muy cercano al Nacedero Zirauntza.
En esta primera escalada ganamos más de 200 metros en escasos 3 kilómetros. Además de la verticalidad, el suelo de piedra y grava complicó un poco más la subida.
Todo lo que sube tiene que bajar, así que agarramos el PR-A13, es decir, el Camino Real de las Postas y nos aventuramos en un rápido, divertido y abrupto descenso, donde no era conveniente ni siquiera parpadear, ya que las rocas, saltos y ramas eran abundantes.
Pasamos por la Cruz de Berokia y el puente Zubibarri, dos elementos representativos del antiguo camino que da nombre a la prueba. También nos cruzamos con los participantes de la modalidad de Nordik Walking, quienes habían salido una hora antes que nosotros.
En el tramo que fue de Galarreta hasta Heredia, fue algo más relajado, por lo que subimos un poco más el ritmo. El problema vino cuando no vimos bien las marcas y nos perdimos en Luzuriaga, teniendo que dar la vuelta para encontrar el camino correcto.
Una vez en el avituallamiento de Heredia, bebimos, comimos algo de sandía, y después de charlar un rato con las personas voluntarias apostadas en ese servicio, nos lanzamos a por la segunda parte del día, el Castillo de Gebara.
En este punto me despedí de Javi, rodando en solitario, ya que por la noche tenía la salida nocturna al monte Gorbea que suelen organizar todos los años y no quería echar toda la carne en el asador.
Juntándome a pequeños grupos cruzamos la zona de Aldaia e iniciamos el ascenso a los restos del Castillo de Gebara. En la base de la torre, la vegetación y maleza estaban sin cortar, por lo que hubo algún tramo conflictivo, donde nos llevamos un buen número de pinchos y arañazos, pero nada a lo que los bikers de montaña no estemos habituados.
Un divertido y técnico descenso por un empinado sendero nos llevó al Palacio de Gebara y al pueblo de mismo nombre.
A la altura de Dallo, donde se unían nuevamente los recorridos Deportivo y familiar, me encontré con Iñaki, hermano de Javi y presidente de los Pro Evasion Bike, quién se había animado a realizar este recorrido con su hijo.
Llevaban la bici del chaval en la mano porque había pinchado y por las prisas, se había olvidado la bomba en casa, así que les presté la mía y estuvimos charlando hasta que apareció nuevamente Javi. Cómo ya se encontraban en buena compañía…y en familia, decidí seguir mi camino.
Subimos hasta los repetidores, bajamos por una divertida senda y después rodamos por la pista paralela a la autovía hasta llegar a Agurain, donde nos metieron por la calle Galzar, después subimos las rampas de la calle Lope de Larrea y bajamos las escaleras que nos dejaron en el paseo de las monjas, frente a la pasarela que cruza la carretera.