El pasado 28 de septiembre tuvimos el privilegio de acudir a la IV Leitzulia, una prueba joven que, en tan solo 3 ediciones ha adquirido la categoría de ”Imprescindible» en el calendario oficial BTT de cualquier biker que se precie.
Para esta IV Leitzulia 2019 he tenido el privilegio de contar con dos compañeros de lujo, Jorge (El Chileno Cyclist), un Youtuber en prácticas y mi recuperado compañero Josu, un endurero que tiene mucha guerra que dar todavía.
Después de cargar las bicis y desplazarnos hasta la localidad navarra de Leitza, reunimos filas y el trío del infierno fuimos a recoger los dorsales.
Estuvimos charlando con Juan Luis (Mendibil Mendi Taldea), responsable directo de que los Hellbikers acudamos a la Leitzulia y nos comentó que había llovido un poco por la noche, pero después de un mes muy seco, había venido hasta bien.
Nuestra idea y filosofía en las pruebas tipo “travesía” es la de disfrutar del entorno, sacar vídeos, fotos y sobre todo, pasárnoslo pipa, así que nos pusimos lo más atrás que pudimos en el pelotón de salida, dejando las posiciones más adelantadas a los bikers con ganas de “guerra”.
La IV Leitzulia
Después de un emocionante Aurrezku al «Segalari» y responsable de limpiar gran parte del recorrido Jon Kanflanka (Mikone), vino el petardazo de salida y la obligada vuelta al pueblo, para coger la bonita Vía Verde del Plazaola, 6 kilómetros de túneles y vía estrecha que nos transportaron a épocas pasadas.
El rodar tranquilo y las bromas se acabaron en cuanto nos dimos de bruces con la “Subida Franki”, un camino tan estrecho como la propia Vía Verde del Plazaola, solo que con una pendiente severa y con bastante piedra mojada, por lo que hubo que hacer equilibrios para no echar pie al suelo.
Superado ese tramo del demonio, tocó una subida más llevadera e infinitamente más bonita por el bosque de Leitzalarrea y los pastizales de Urdola.
Para entonces el pelotón ya estaba bastante estirado y cada biker había encontrado su sitio, por lo que si al principio llevábamos poco estrés, en ese punto ya íbamos de cachondeo total.
Disfrutamos de un mar de nubes y unas vistas increíbles durante la subida al Petriketa (1057m), que nos acompañó durante buena parte del descenso.
La hierba estaba húmeda por lo que todos bajamos con bastante precaución, bueno, todos menos el loco de Josu, que tiene la azotea bastante suelta.
A través de unos bosques repletos de belleza y misticismo llegamos al kilómetro 17, donde nos esperaba un avituallamiento de lujo: agua, isotónico, fruta, pastelitos…y bocatas de jamón serrano!!!
Pese al riesgo que existía de quedarse ahí atrapados, conseguimos desoír el canto de sirenas y fuimos capaces de abandonar el oasis de Basakabi para abordar la pista de Perraleku.
Sin ninguna complicación técnica pero con una pendiente constante, los bikers más confiados fueron tostándose a fuego lento y para cuando quisieron darse cuenta, ya era demasiado tarde.
En el kilómetro 25, un repentino cambio de sentido y camino rompió la rutina de la pista, lanzándonos a uno de los tramos más locos e intensos de los que nunca he rodado.
Duras rampas, descensos técnicos y un entorno brutal hicieron las delicias de todo y toda biker, bueno de casi todo, ya que debido a la Esclerosis Múltiple que sufro, mis cualidades y capacidades han mermado drásticamente, por lo que tramos que antes pasaba tranquilamente, ahora los tuve que hacer andando.
Me da mucha rabia la inseguridad que me ha producido la continua inestabilidad que sufro, pero es la mano que me ha tocado jugar en esta partida y la acepto de la mejor manera que puedo.
En el kilómetro 32 pude recuperar nuevamente el aliento y relajar algo de la tensión acumulada en los descensos gracias a un nuevamente bien surtido avituallamiento.
De nuevo el canto de sirenas casi nos hace quedarnos allí, pero con gran voluntad sacamos fuerzas para continuar con el viaje por esas tierras místicas.
Un cuestorrón de los que hace llorar a los niños nos hizo lamentar nuevamente el haber abandonado el avituallamiento, pero las vistas que hay de la Sierra de Aralar desde el Alto de Guratz (956m), hace que se te olvide todo el sufrimiento vivido.
A partir de ahí, un bajadón de los que hacen historia. Atravesando hayedos, trialeras, helechales y algún paso de agua que otro pudimos llegar sanos, salvos y totalmente realizados como bikers a la plaza de Euskal Herria, el mismo punto de donde habíamos salido 5 horas antes.
En la plaza de Leitza pudimos comer, beber y contar batallitas sobre lo impresionante que había sido la IV Leitzulia 2019.
Conclusiones
Desde que hicimos el “Desmontando la Leitzulia” allá por 2016, hemos tenido el privilegio de ver nacer, crecer y consolidarse como una prueba fantástica y que tiene todos los ingredientes para perpetuarse en el tiempo.
Son tres años desde que me diagnosticaron la Escleroris Múltiple y soy consciente de que mis capacidades van mermando significativamente de temporada en temporada, por lo que es posible que esta haya sido mi última participación en carrera oficial, pero os aseguro que no será mi última visita a Leitza ni a los rincones mágicos que esconde.
Muchas gracias Leitza por regalarnos una prueba tan impresionante. Zorionak!!
El Track
Si te apetece un día acercarte a la zona y realizar por tu cuenta el recorrido de la IV Leitzulia 2019, puedes descargar el track en el siguiente link:
El VLOG
¿Has participado en la IV Leitzulia 2019? ¿Qué opinas sobre la prueba?