Las salidas que hacemos con los amigos, donde la charla distendida y los chistes son la tónica habitual, son bastante llevaderas, pero cuando te enfrentas a la distancia en solitario, la mente comienza un viaje interior que te lleva a los rincones más profundos del subconsciente, viviendo un viaje que lo catalogaría de…interesante.
Son muchos viajes interiores ya los que llevo, pero el que realicé el pasado sábado 4 de octubre, mientras hacía la circular que bordea toda la Llanada Alavesa, fue bastante profundo y por ello quiero compartirlo con vosotros y vosotras.
La fecha elegida para enfrentarme a la «vuelta a la Olla» había sido el sábado 3 de octubre, día en el que las previsiones del tiempo serían favorables pero, un cambio de planes hizo que la tuviese que aplazar para el día siguiente.
El domingo 4 de octubre salió ventoso…muy ventoso. De hecho había alerta por fuertes ráfagas de viento y los nubarrones negros prometían una lluvia que no tardó en llegar.
Eran las 08:00am, cuando me encontraba sacando a Max, mi preciosa Bulldog Francesa, y el viento hacía que los árboles más pequeños tocaran el suelo. Además, algunas gotas de lluvia ya empezaban a mojar el suelo.
Mi cabeza era todo un hervidero de contradicciones: «anda que vaya mierda de día ha salido, así no voy a ningún lado…»; «…ya que te has levantado, que más te da?, sales y si lo ves mal, te vuelves…»; «…por muy bien que se dé el día, Elgea va a estar imposible…»
Total, que entre pensamientos, de manera autónoma me había puesto el traje de faena y me encontraba en la calle cargando el track en el Dakota20.
Cogí el Vasco-Navarro y no hacía más que resudar por el maldito chubasquero. En un estado de mala gaita y agobio, me lo quité y seguí rodando contra el viento por el camino.
Elementos como el rutinario pedalear por la vía verde o el mp3 con un volumen bastante alto, hizo que entrase en un estado de «pedaleo automático».
Con la mente prácticamente en blanco fui devorando kilómetros hasta que el viaje interior comenzó.
La primera parada fue el curro, ese mal por el que todos debemos sufrir para poder subsistir en esta sociedad de consumo. Me vino a la cabeza esa llamada del viernes a última hora, pidiéndome unas estimaciones de presupuesto para el Gobierno Vasco.
Me cagué en la persona que lo hizo, ya que el viernes no pude resolver nada y lo peor, es que te llevas la preocupación a casa todo el fin de semana.
Soy de los que piensan que si no puedes solucionarlo, no merece la pena darle más vueltas, por lo que no sé porqué apareció en mi mente eso.
Zassss!!!! ostras, se me va la rueda delantera y casi me rompo la crisma.
Este susto me hace volver de golpe a la tierra y veo que ya he rebasado la buitrera y estoy en el alto que lleva a Onraita. La llovizna ha hecho que las piedras de esa zona sean muy resbaladizas, por lo que pienso «- Mejor estate al loro, que te vas a toñar».
Miré hacia atrás y vi la cantera de Laminoria, un paisaje impresionante. En ese momento me acuerdo de las palabras que me dijo un amigo montañero hace tiempo:
-» Hacer una ruta en la que estés tan cansado u obcecado cómo para no poder apreciar la maravilla que te rodea, no merece la pena»
Después de tomar un trago largo de agua, seguí con el penar. Alucinante el olor tan agradable que desprenden unas plantas de esa zona. Me recordaban al romero, pero sé que no eran romero. Aún así, muy agradable para los sentidos.
El viento seguía soplando fuerte, muy fuerte, por lo que me obliga a centrar todas mis energías en pedalear y no perder la verticalidad.
Cuando llegué al pico Atxuri del cresterío que lleva hasta Opakua, en vez de terminarlo por arriba, decidí descender un poco, de manera que me protegiese del fuerte viento y la mente, volvió a volar.
En esta ocasión hice un repaso del último año, en el cual, después de 50 años juntos y 43 de matrimonio, mis padres se han separado.
El conflicto interno es grande, ya que por un lado piensas que después de tantos años juntos, es una pena separarse ahora, en el otoño de su vida, pero por otro, haces memoria y te das cuenta de que nunca han estado juntos realmente.
Por un lado te duele ver a tus padres divorciarse, porque no vamos a engañarnos, da igual con la edad que te pille, esto es algo que nunca se lleva bien; pero por otro lado te alegras por ellos, ya que todavía tienen tiempo de encontrar la felicidad y rehacer su vida. Quién sabe.
Un pensamiento muy duro llega justo cuando termino de hacer Legaire, antes de dirigirme hacia Urbasa. Mis padres son personas que han tenido la mala suerte de llegarse a conocer demasiado jóvenes, sin haber tenido la oportunidad de haber encontrado a su verdadera media naranja.
Me encuentro rodando a la altura del Camping de Urbasa cuando un conflicto, derivado del pensamiento anterior, me atormenta:
– «Si mis padres hubiesen hecho su vida con otras personas…ni mi hermana ni yo existiríamos».
Ya estamos con el conflicto de la existencia. El hombre desde que es hombre ha sufrido este dilema. De ahí que hayan proliferado las religiones, filosofías de vida y demás intentos de justificar nuestra existencia: «quienes somos, de dónde venimos, hacia donde vamos, que hacemos aquí, cual es el fin de nuestra existencia…» (parece una canción de Siniestro Total).
En ese momento pienso que si yo no hubiese existido, tampoco habría pasado absolutamente nada. No he inventado nada relevante para la humanidad ni he aportado nada que no lo hubiera hecho cualquier otra persona. Digamos, que como la mayoría de la humanidad, paso por mi existencia sin pena ni gloria.
– Fssssssshhhhhh!!!!!!!
– «Ostras tú!!!! que te vas!!!!!!»
Una ráfaga de aire estuvo a punto de tirarme de la bici. El fuerte viento frontal era tan fuerte que me frenaba en la bajada a Olazti. Era tan salvaje la ventolera que debía pedalear levantado en una bajada que tendrá alrededor de un 15%.
Volví a centrarme en el recorrido, abandonando momentáneamente el recorrido interior.
Una vez abajo, cogí la pista paralela a la autovía y recorrí otro tramo llano entre los pueblos de Ziordia y Egino.
– «Cuando crees que me ves, cruzo la pared…hago chas y aparezco a tu lado»…
Es la canción de Cristina y los Subterráneos la que me arrancó una sonrisa, trasladándome a aquella Bilbao-Bilbao donde Jorge («Kali») se quedaba rezagado y al alcanzarme me soltaba un «Chas!!». Esa tontería nos hizo recordar la mítica canción y le prometí que cuando le hiciera un video le pondría esa música de ambiente.
Una serie de buenos momentos pasaron por mi mente, recordando las liadas en las que nos hemos metido mi compi y yo, perdiéndonos con la bici, saltando verjas, hundidos en barro hasta las rodillas… Como solemos decir en bromas: «la experiencia Pedales y Zapatillas completa: sabes de donde sales y a donde debes regresar, pero todo lo del medio…es una aventura».
Antes de llegar a Ilarduia giré a la derecha, añadiendo a la ruta la Cueva de la Leze, un point que inicialmente no había marcado y me daba pena no haberlo hecho.
El lugar y el recopilatorio de » Of Monster and Men» trajeron a mi mente la persona por la que resido en esta zona de interior y no en la costa. Gracias a mi pareja he reeducado mi mente y he tenido la oportunidad de descubrir que hay vida más allá del surf.
La lejanía de la costa me llevó a investigar nuevas formas de expansión y en Álava, el ciclismo es el deporte rey. Cómo reza el dicho: «allá donde fueres, haz lo que vieres», de manera lógica y natural, acabé totalmente enganchado a este deporte, el cual se ha convertido en mi pasión.
Un largo periodo de pensamientos sobre nuestra vida juntos, aventuras y desventuras, donde ha demostrado una enorme paciencia y comprensión, ya que reconozco que aguantar a un «tronado» como yo, no ha de ser fácil.
Siempre se ha mostrado comprensiva y generosa a la hora de no atarme en corto, permitiéndome soltar el torbellino de locura que llevo dentro. Un claro ejemplo es ese domingo mismo, donde me encuentro haciendo una de las cosas que más me llenan en este mundo, vivir la naturaleza en pleno y en solitario.
No quiero decir que no me guste vivirla con ella, ni mucho menos, pero los ritmos e inquietudes son distintos y de vez en cuando necesito soltar el diablo interior.
Casi sin darme cuenta había añadido otro tramo nuevo a la ruta, enlazando La Leze con Araia por el GR y después hasta Zalduondo, evitando la carretera.
La subida de asfalto y hormigón que va hasta las campas de Urbía es muy dura y, sobre el kilómetro 75, la rodilla izquierda me empezó a doler muchísimo.
El dolor me recordó al porrón de lesiones que arrastro, todas a consecuencia del Judo, disciplina que practiqué desde los 5 hasta los 26 años, y el surf, una auténtica filosofía de vida que me atrapó a los 15 años y con 42 sigo practicando; poco, pero sigo yendo de vez en cuando a pillar unas olitas.
Yo nunca he sido un surfista «al uso», sino que más bien me he movido por una corriente más tradicional. Lejos de destrozar las olas o pelear cada una de ellas, el longboard me ha permitido cabalgarlas en armonía, incluso había días en los que la satisfacción de alejarse del «pico», quedarse sentado en la tabla mientras un banco de pececillos te saltaba por encima, te reportaba más que mil olas destruidas por el surf agresivo derivado del mundo del Skate.
El momento Sould se rompió cuando reapareció el fuerte dolor en la rodilla. Tanto que me hizo bajar de la bici para estirar un poco. Intente motivarme diciendo:
– «Déjate de chorradas y sigue para arriba, que tu padre no ha criado a un mierdecilla llorón».
En mi cabeza comienza otro momento de reflexión, en el cual veo la ironía de cómo el hijo siempre busca la aprobación del padre. Da igual los años que tengamos o lo lejos que estemos, seguimos haciendo cosas para que nuestro padre se sienta orgulloso de nosotros.
Es irónico cómo mi padre se pasó toda su vida buscando la aprobación del suyo sin conseguirla y yo repito los mismos patrones, solo que yo si tengo la suerte de saber que mi padre se siente orgulloso de las cosas que hago.
El pensamiento anterior deriva en otro más amplio. A nuestros padres les mostramos nuestro lado duro, pero cuando salimos heridos o necesitamos cuidados, es en nuestra madre en quién pensamos. De hecho, las palabras de mi madre: «cuidado hijo, no te vayas a hacer daño», resonaban en mi cabeza en esos momentos de sufrimiento y dolor.
El viaje interior me llevó hasta el máster que hice en Deusto de Ciencias de las Religiones, donde analizamos este fenómeno: el mito de la Virgen María, proviene de la Diosa Isis de Egipto. Ambas figuras representan a una madre protectora con sus hijos, frente al mundo y al propio padre, un ser duro e intransigente.
Ese deambular de la mente me acompañó hasta llegar a las Campas de Urbía, donde hay una vista impresionante de la Sierra de Aizkorri.
Es el recuerdo de la Bici Escalada al Aizkorri que hice con Jorge el año pasado, el presente durante esos minutos.
No sé si es por la alegría de haber superado la maldita cuesta, pero el viaje interior me llevó por pensamientos más positivos esta vez.
Retomé la idea anterior de que la mayoría de nosotros pasamos por este mundo sin pena ni gloria, pero en mis 17 años como docente, supongo que algo habré influido en mis alumnos o compañeros de trabajo. Además, la ruta que estaba haciendo la había marcado yo, al igual que la de «Opakua, un paraíso por descubrir«. Sé que no es cómo descubrir la penicilina, pero tengo la certeza de que estas rutas de belleza extrema y llenas de joyas ocultas, harán felices a las personas que las recorran.
Poco a poco termino de crestear Elgeamendi y llego a un tramo bastante roto que hay al final del último molino, justo antes de llegar al repetidor de Arriurdin.
Ahí me recuerdo que tengo pendiente hacer algún tipo de curso de técnica y descenso en bici, ya que estoy cansado de ser el más paquete del grupo en las zonas técnicas. No porque quiera ganar a nadie, sino porque no me gusta retrasar a la gente. Si hay algo que odio, es ser el que entorpece la marcha del equipo.
Durante un rato, acompañado de una sección de canciones de Amy Macdonald, tuve un debate interno sobre la competitividad. Cómo hacemos de todo una competición. El pique sano está bien y te ayuda a seguir, pero cuando eso se convierte en «lo único», la cosa deja de tener gracia.
Una persona hace lo que hace cuando disfruta de ello, lo cual se consigue mediante estímulos positivos, provenientes de la consecución de objetivos, lo cual nos refuerza positivamente. Cuando entramos en el ámbito competitivo, solamente por probabilidad y lógica, ¿cuántas veces vamos a ganar una carrera?. Si nos marcamos objetivos demasiado difíciles, el índice de fracaso sube, por lo que los impactos negativos que sufrimos serán muchos y frecuentes, llenándonos de odio y frustración por la actividad que en un principio nos llenaba tanto.
Puede parecer una paranoia, pero sé de lo que hablo. He vivido el mundo de la competición profesional y personal desde que tengo uso de razón.
Me encontraba recorriendo el tramo de monte que va de Elgea a Marieta cuando regreso de golpe de mi pedalear hipnótico. Parece que no, pero la mente va más atenta de lo que parece y me salva de una terrible trampa de barro, producto de los 4×4 y maquinaria de deforestación.
Esta situación hizo que me hirviese la sangre, sobre todo porque me recordó que ahora vuelve la temporada de caza y el andar por el monte con tranquilidad, se acabó.
Sigo sin entender cómo alguien puede encontrar divertido asesinar animales ni cómo es posible que se permita ir pegando tiros por espacios públicos. Eso…no está bien. Sé que tengo cantidad de detractores a este respecto, y me lloverán mares de críticas por decirlo, pero nadie va a convencerme de lo contrario.
Cuando estoy rodando hacia Landa, por el pantano, me noto totalmente liberado. Mi cabeza está relajada y sin el peso de las circunstancias que me aplomaban antes de iniciar la ruta.
En el mp3 llega el turno de AC/DC, Def Leppard y otras macarradas que me traen a la memoria otros tiempos de gran añoranza. Los amigos del pasado, con quienes viví una época emocionante son los que me acompañaron hasta terminar ese extraño día. Aventuras y desventuras vividas con aquella Orbea Sherpa por el año 1988, ataviados con una chichonera y rastreras, coronábamos cada viernes el Monte Oiz o el Mugarra los domingos. Posiblemente el castañazo que me di bajando la cantera de Atxarte, en la que salí por encima del manillar, sea el origen del miedo que tengo a los descensos.
Mientras llegaba a casa, ya de noche, por la carretera y sin luces...me acordé de aquella carta que me publicaron en la revista Bike y que titulé: «¿y por qué?», donde reflexionaba sobre las razones por las que los bikers hacemos las cosas que hacemos, por qué nos pegamos esas palizas, nos enfrentamos a retos incomprensibles para toda persona ajena a este mundo y la conclusión a la que llegué en ese día tras el profundo viaje interior, es que somos unos adictos. Adictos a la adrenalina, al desafío, a buscar los límites y tratar de encontrar el tope de nuestra resistencia física y mental. Buscamos cualquier excusa para alejarnos del maldito sofá, que nos atrapa con sus traicioneros brazos, haciéndonos perder un tiempo que ya no volverá. La vida es demasiado corta cómo para desaprovecharla frente a la caja tonta.
El mejor consejo que os puedo dar es que dejéis de soñar y tratéis de vivir esos sueños. Que cuando llegue el final de vuestro camino, podáis mirar hacia atrás y ver que los objetivos cumplidos son muchos más que los que se han quedado sin cumplir.
Haced que cada día merezca la pena, aportando al mundo un poquito de todo lo que le quitamos. No digo que haya que hacer grandes retos o llegar a cumbres imposibles. Una simple sonrisa, empatía con el prójimo o no poner la zancadilla a nadie, son pequeños gestos que hacen de este mundo un buen lugar por el que pasar un tiempo.
Como habéis podido apreciar, una ruta de larga distancia en solitario puede ser de gran ayuda para poder realizar ese viaje interior, gracias al cual podemos ordenar nuestras ideas, establecer prioridades, quitar importancia a lo que no la tiene y centrar nuestras energías en lo que realmente merece la pena.
Agradecer vuestra atención y espero no haberos aburrido en exceso con estas reflexiones.
¿Has vivido algún tipo de experiencia similar a la que he compartido con vosotros/as?
Jesus Cirauqui
Me ha encantado, he visto escrito con palabras lo q siempre he querido explicar cuando intento hacer una ruta de larga distancia y si es en solitario mas, sigue disfrutando de la bici y de la vida
pedalesyzapatillas
Muchas gracias por tus palabras Jesus.
Es difícil llegar a hacer comprender a quién no lo ha vivido, pero veo que tu, sabes de que hablo.
Perderse para volverse a reencontrar, es algo muy necesario. Nos ayuda a echar el freno y volver a marcar prioridades en la vida.
Un saludo y te deseo lo mismo!
Sergio Lozano
Gran artículo, si señor. Me he sentido completamente identificado porque yo salgo solo casi siempre, por los 41 tacos que ya tengo y porque también tengo un tablón aparcado en el baño de casa al que de vez en cuando paseo desde Pamplona a Zarautz, jajaja.
La verdad que es ésta una práctica muy recomendable, la de hacer algún viaje interior al menos una vez al mes. Dejar que la mente se relaje y que ese "otro yo" se exprese y te haga ver las cosas que normalmente te pasan desapercibidas porque no tienes tiempo de reflexionar nada con el ajetreo diario.
Eso si, cada vez que me equivoco en un cruce, o se me va la rueda delantera, o "despierto" en mitad de una trialera hay una voz que me grita: "esssshtúpido hobbit", y ahí conecto otra vez con la realidad. jajaja, es mi golum interior que vela por mi.
Un saludo y enhorabuena por el blog. Lo sigo desde hace mucho.
pedalesyzapatillas
Muchas gracias por la aportación, Sergio.
Gracias a comentarios cómo este, no me siento tan "tronado"…jajaja.
Me llena mucho saber que hay gente que comparte esos momentos y sabe de lo que estoy hablando.
Siempre hay un riesgo al escribir un artículo tan personal, compartiendo pensamientos, sentimientos o momentos íntimos.
Muchos artículos los suelo planificar, cómo por ejemplo, las pruebas, mecánica, pero hay otros, como este, que me los pide "el cuerpo".
A Zarautz no suelo ir demasiado a surfear, ya que el ambiente que se respira allí se aleja un poco de lo que busco cuando voy a pillar olas.
Te recomiendo…y me van a matar por decir esto…que vayas a la playa de Laga (Ibarrangelu), Bizkaia.
Catalogada cómo una de las playas más bonitas de Europa, con su famoso cabo de Ogoño, es un entorno ideal para hacerse uno con la própia existencia 😉
Un saludo y gracias por seguir los delirios de un….ummm, loco?, bueno, tampoco es para tanto, no? jajaja
javi
Tio lo has clavao…hace tiempo hice yo un camino de santiago en bici, y tuve días suficientes para pensar en mil cosas, pero estaba leyendo tu artículo y salvo pequeñas apreciaciones, me daba la sensación de que también lo estaba pensando yo jejejej.
Creo que es imprescidible de vez en cuando ver tu mundo desde fuera, qué has vivido, como, verlo con una lijera perspectiva y seguir…enhorabuena.
pedalesyzapatillas
Aupa Zurki (Javi)!
gracias por el comentario. Yo también suelo seguir tu blog:
http://javi-conunparderuedas.blogspot.com.es/
y suelo disfrutar mucho de tus publicaciones.
Un saludo!!
Rau li to
Eres un crack Raúl, un jodido crack, y por muchas razones.
Llegar a hacer semejante rutón y solo, hay que tener la cabeza muy muy bien amueblada y no derrumbarse para poder seguir adelante y dar cada pedalada, y a la buchaca otro buen rutón.
Yo poco me atrevo a salir solo y cuando he salido solo aunque he disfrutado no he estado tan agusto conmigo, pero eso de que te da por pensar miles y miles de cosas es verdad, y sobre todo subiendo, al menos a mi me pasa que subiendo puffff…
Lo de la canción que se te pega en la cabeza puffff todos los días me viene a la cabeza culaquier canción, y no se quita jajaja.
Ya tengo ganas de pillar un día decente y hacer la vuelta a la Olla, pero con compañía, ya estoy empezando a engañar a la gente.
Un saludo crack
pedalesyzapatillas
Aupa tocayo!!
gracias por los alagos, pero no soy merecedor de ellos. Hemos coincidido en las grandes gestas y los incombustibles bikers de Café los Ángeles si que sois unos jodidos cracks y además, buena gente…jajaja
Si algún grupo puede conseguir la super chapa de finisher de "la vuelta a la Olla", sois vosotros, aunque mi consejo es que lo dejéis para cuando el tiempo sea más favorable y haya más horas de luz.
un abrazo!!
Rau li to
Cuanto alago jajaja.
A ver si algún sábado te animas a salir con nosotros, aunque igual te asustamos jajaja, fuera coñas, intentamos que haya siempre buen rollo entre todos y sobretodo disfrutar, los incombustibles solo somos una pequeña parte jejeje.
Sisi, este año hemos llegado tarde a la propuesta de la Vuelta a la Olla, pero el año que viene hay que hacerla si o si, o eso, o salimos pronto y nos metemos los focos en la mochila jejeje.
Un abrazo tocayo
gabirel
Pedazo de articulo tas currao Raúl. Esa vuelta a la Olla tiene que caer. La apuntamos para más adelante. Sigue así.
Ciro Miguel
Buena tu historia!!. La verdad para mi son pocas las veces que me animo a hacer este tipo de viajes en solitario pues siempre existe el peligro de sufrir un accidente en donde nadie pasa. Me gusto tu blog, yo estoy empezando con uno, te dejo el link y espero que lo disfrutes. 🙂 http://bttchapala.blogspot.mx/